27 de Mayo de 2024

Múltiples crisis eclipsan el Día de África

Este sábado, 25, la humanidad vive otra jornada de “festividad” para su continente, en honor al 61º aniversario de la fundación de su brazo diplomático, la Organización de la Unidad Africana (OUA).

Por Francisca Augusto, periodista de la ANGOP

Cuando, en 1963, se creó la OUA, el sueño de construir un continente libre y desarrollado resonó entre miles de africanos, deseosos de superar el atraso económico o el subdesarrollo.

El pacto político formalizado por 30 jefes de Estado y de Gobierno, en Addis Abeba, Etiopía, marcó el inicio de un largo camino, que materializaría las bases del movimiento panafricanista, a favor de una África unida.

África dio así al mundo una señal clara de un despertar general de la conciencia, que busca, sobre todo, el fin del colonialismo y el neocolonialismo y la promoción de la paz y la solidaridad entre los países africanos.

La fundación de la OUA consolidó los propósitos del I Congreso Panafricano, celebrado en París en 1919, bajo el liderazgo de Du Bois, Marcus Garvey y Kwame Nkrumah, quienes alimentaron el sueño de la emancipación total de África.

Teóricamente, se abrieron las puertas a la afirmación de un territorio potencialmente rico en minerales y materias primas diversas, pero que, 61 años después, sigue buscando la "brújula" mágica para afirmarse.

A pesar de ligeros avances, desde el punto de vista de la construcción de infraestructuras, África está aún lejos de materializar el pensamiento político y filosófico surgido en 1963, bajo la influencia de Kwame Nkrumah y Haile Selassie, del grupo de los padres fundadores de la OUA.

En su 61º aniversario, el continente presenta vastas porciones de su territorio sin motivos de celebración, ensombrecidas por múltiples crisis humanitarias con los mismos orígenes.

La UA surgió para crear un espacio para el diálogo, promover el desarrollo, combatir el racismo y resolver pacíficamente los conflictos internos posteriores a la independencia, premisas que, lamentablemente, siguen ausentes en muchos países, especialmente en la región de los Grandes Lagos.

Se trata de ideales políticos a gran escala, que traerían a África un modelo de desarrollo sostenible adaptado a la realidad de los pueblos del continente, capaz de garantizar la soberanía de los Estados miembros.

Sin embargo, los fundamentos y pensamientos de los precursores del panafricanismo chocaron en el tiempo y el espacio, dejando a África casi en la misma condición de mendicidad, llena de vulnerabilidades socioeconómicas y políticas, como el hambre, la pobreza y la inestabilidad.

El continente tiene un largo y difícil camino por delante para alcanzar el desarrollo, en una situación oscura marcada por recurrentes convulsiones sociales e inestabilidad política, que ponen en duda acciones a favor de los objetivos de desarrollo.

Para revertir esta situación, los líderes africanos volvieron a experimentar, en 2002, con un nuevo modelo de interacción colectiva, con la creación de la Unión Africana (UA), en lugar de la UA, todavía con el sentimiento de “misión cumplida”.

El sentimiento de misión cumplida encontró justificación en el logro parcial de los objetivos que guiaron la primera iniciativa, con la descolonización total del continente, hacia la consolidación de la paz y la solidaridad entre las naciones y la prosperidad de sus pueblos.

En otras palabras, la sustitución de la OUA por la UA se basó precisamente en el desajuste de algunos de los objetivos primarios, como la defensa de la independencia y la lucha contra todas las formas de colonialismo o neocolonialismo.

La nueva institución parece así no sólo colocar a África en el panorama económico mundial, sino también resolver los problemas sociales, económicos y políticos de los países, dificultades agravadas por el fenómeno de la globalización.

Promover y acelerar la integración socioeconómica del continente, preservar la paz, la estabilidad y la seguridad, fomentar la investigación científica y erradicar las enfermedades prevenibles se encuentran entre los principales objetivos enumerados en el Acta Constitutiva de la Unión Africana.

Nueva agenda también amenazada (?)

A pesar de los esfuerzos, la UA también enfrenta las mismas dificultades que su predecesora, la OUA, y hoy enfrenta una multitud de problemas regionales y globales, en algunos casos crónicos.

Indiscutiblemente, la solución de los problemas de África pasa, en primer lugar, por la erradicación de los conflictos violentos en todo el continente, tarea que lleva tiempo ver la luz al final del túnel.

La normalización de los procesos gubernamentales es otra premisa esencial para la viabilidad de las políticas e inversiones a largo plazo propugnadas en la ambiciosa agenda de la UA.

La Unión Africana se propuso trabajar por una África más cohesionada y capaz de superar los desafíos vinculados a la promoción del desarrollo, a través de su Agenda 2063, una de las mayores esperanzas de los pueblos y naciones africanos.

La Agenda 2063 es el resultado de dos movimientos que fueron cruciales para la visión africana, como unidad representativa, el panafricanismo y la OUA, con el objetivo de crear un continente próspero.

Además de la prosperidad, la Agenda de la UA apunta a una África integrada, pacífica y dinámica, capaz de promover su propio desarrollo, a través de 14 iniciativas en diversas áreas, como infraestructura, educación, ciencia, tecnología, cultura y mantenimiento de la paz.

Con ello aspiramos a una África próspera, basada en un crecimiento inclusivo y un desarrollo sostenible; políticamente democrática y unida basada en los ideales del panafricanismo y la visión del Renacimiento africano.

Se espera que esta Agenda ayude a lograr un África con buena gobernanza, democracia, respeto por

derechos humanos, justicia y estado de derecho; pacífico, seguro, con una fuerte identidad cultural, patrimonio, valores y ética común, cuyo desarrollo esté orientado a las personas, confiando en el potencial del pueblo africano. Para ello, es fundamental que los políticos y la sociedad civil sumen sinergias para lograrlo. aportar soluciones viables que conduzcan a la paz y la seguridad para los más de mil millones de habitantes del lugar de nacimiento del continente.

Asimismo, el desarrollo del continente y el bienestar de los africanos requiere acciones conjuntas y específicas de los Jefes de Estado y de Gobierno, centradas en combatir las asimetrías y la inclusión social, buscando, si es necesario, nuevas fuentes de financiación externa.

Asociaciones creíbles

África también debe seguir buscando socios creíbles, que trabajen en modelos de desarrollo ajustados a las necesidades reales de los africanos, con beneficios mutuos, sin volver a nuevas formas de colonización o dominación de los africanos.

El continente necesita asociaciones estratégicas, como ocurrió recientemente en la 16ª Cumbre Empresarial Estados Unidos-África, que sirvió para profundizar las opciones disponibles, a través del Gobierno americano y de inversores institucionales, así como de bancos americanos y africanos.

La cumbre tenía como objetivo discutir soluciones efectivas para impulsar asociaciones comerciales sostenibles entre Estados Unidos y África, cada vez más estratégicas y una prioridad en la política exterior de la Administración estadounidense.

El objetivo principal de la reunión fue permitir que los líderes africanos se pusieran en contacto directamente con los tomadores de decisiones de los gobiernos y el sector privado, con el fin de promover asociaciones comerciales sostenibles entre los Estados Unidos y los africanos.

En este sentido, el Jefe de Estado angoleño, João Lourenço, que habló como vicepresidente primero de la Unión Africana, afirmó que África puede desempeñar un papel crucial para superar la crisis energética y alimentaria mundial.

Según el Presidente angoleño, el mundo debe contar y mirar primero a África, por su abundancia de tierras cultivables, recursos hídricos, sol y mano de obra joven.

Estos últimos pueden dominar fácil y rápidamente el manejo de la maquinaria agrícola moderna y absorber los conocimientos de las técnicas de cultivo más modernas, destacó.

Se espera, por tanto, que los países africanos establezcan puentes y asociaciones para dar mayor coherencia a sus proyectos de desarrollo, atrayendo inversores estadounidenses a los campos agrícolas, uno de los principales motores del crecimiento de las economías africanas.

Los estudios indican que los países africanos gastan, en promedio, alrededor de 45 mil millones de dólares estadounidenses al año en importaciones agrícolas, a pesar de tener un 60% de tierra cultivable para producir alimentos para las poblaciones locales y el resto del mundo.

Según varios expertos, la inversión en el sector agrícola en África juega un papel decisivo en el éxito de la Agenda 2063 de la Unión Africana, ya que la base económica del continente se sustenta en la agricultura y la industria extractiva.

En África, según los estudios disponibles, la agricultura de subsistencia la lleva a cabo el 70% de la población y las mujeres representan el 60% de la fuerza laboral.

En definitiva, el "África que queremos", como recoge la Agenda 2063, es inclusivo y democrático, que valora el potencial de las mujeres y los jóvenes y en el que los niños reciben un trato digno.

Después de 61 años, los africanos esperan una África abierta al mundo, capaz de afirmarse como socio estratégico de las grandes potencias, proveedora de materias primas y alimentos para el mundo entero, teniendo en cuenta sus vastos recursos naturales y hídricos existentes. .

En el plano político, la diplomacia angoleña entiende que, en las últimas décadas, África ha experimentado retrocesos en gran parte de sus Estados, como consecuencia del resurgimiento de golpes de Estado.

En este sentido, Angola continúa defendiendo la legalidad y condenando todos los cambios inconstitucionales de gobierno que se han producido recientemente en el continente, principios considerados esenciales para el tan esperado desarrollo de África.

Sólo con estas premisas se podrán, de hecho, poner en práctica las bases de la corriente del panafricanismo y África podrá dar el salto necesario hacia su autoafirmación y su crecimiento inclusivo. FMA/ARTE/IZ