La tradición del Día de los Difuntos
Después de cinco siglos de evangelización cristiana por parte de los portugueses, es natural que en Angola se mantengan tradiciones comunes con otros países occidentales. La Navidad, la Pascua o el Día de los Difuntos son algunos ejemplos.
Son muchas las similitudes entre España y Angola a la hora de celebrar el Día de los Difuntos, aunque también existen diferencias que vamos a explicar en este post.
La primera de ellas es que, mientras que en España este festivo nacional se celebra el 1 de noviembre, en Angola es el día 2, coincidiendo con la celebración católica, instituida desde el siglo II, que marca la visita a la tumba de los fallecidos y la celebración de cultos religiosos en su memoria.
Un aspecto importante, y común a las 18 provincias de Angola, es la sacralización de la muerte: los muertos merecen mucho respeto, y son recordados frecuentemente, pero cada 2 de noviembre es especial, y se vive con más intensidad.
Las familias acuden a los cementerios, donde se aprovecha para hacer limpieza de las lápidas, poner flores y velas y también rezar. La muerte en Angola no es sólo el final del ciclo de la persona, es el descanso eterno, la despedida. Y por eso los actos fúnebres son comunitarios y congregan a familia y amigos.
LOS KOMBAS
Las ceremonias fúnebres son llamadas “Komba”, y pueden durar hasta 30 días. Los Kombas engloban actos cristianos, tales como la misa de cuerpo presente, la misa del séptimo día y la misa de los 30 días. Pero además, se mantienen algunas tradiciones, como la de servir a los familiares que acompañan comida y bebida, día y noche.
Aunque no hay un carácter festivo en estas reuniones, hay confraternización entre los familiares, amigos, vecinos. El objetivo es “nutrir” el apego que el fallecido aún mantiene a los bienes materiales, y también hacerle un homenaje.
La misa del tercer día, sin embargo, marca la ruptura total del fallecido con el mundo material, y el inicio de su descanso eterno.
RESPETO COTIDIANO
Para mostrar respeto por los muertos, más allá de los Kombas, los angoleños mantienen ciertas consideraciones, en su vida diaria, ante los funerales de otras personas.
Un ejemplo de esto es el tratamiento que se le da a cualquier cortejo fúnebre, que siempre tendrá preferencia en relación a los demás conductores. Para identificarse como parte del cortejo, todos los coches que forman parte de él dejan los “warnings” encendidos, y el resto de conductores les da preferencia.
Un último apunte curioso: en las ceremonias fúnebres angoleñas los canticos son bastante comunes, y en algunas comunidades, hasta el baile. Estas tradiciones se han exportado a algunas comunidades de América latina, a través de los esclavos que viajaban al continente americano. Una prueba de esto la encontramos en el ritual del Lumbalú, que se hace en Colombia.
Al final, para los angoleños morirse no es un adiós, es un hasta pronto.