La Bahía de Los Tigres
Hay rincones olvidados por el hombre, que con el tiempo desaparecen de su mente. A otros, la naturaleza los reclama y los domina, acabando por adquirir el poder y la fascinación de una leyenda. La Bahía de los Tigres, en Angola, pertenece al segundo grupo.
La Bahía de los Tigres está situada en la parte este de la mayor isla litoral de Angola, a unas 100 millas de la provincia de Namibe (sur del país), dentro del municipio del Tombwa. Esta isla tiene cerca de 98km y fue descubierta en 1486 por el navegante portugués Diogo Câo. En los siglos siguientes fue visitada también por navegantes de varias naciones europeas.
La isla, y consecuentemente, la bahía, obtuvieron su nomenclatura gracias a la similitud entre la piel de un tigre y los colores de la sucesión de sus dunas, que van desde el amarillo al marrón.
La naturaleza aquí es dura e inhóspita, de tipo desértica, con poca vegetación y un sol abrasador donde la poca humedad existente se debe a la corriente de Benguela, ya que las lluvias en esta parte del país son escasas.
LOS ORÍGENES
El poblado de la Bahía fue fundado en 1860 por pescadores oriundos del Algarve portugués, atraídos por la abundancia y la calidad del pescado existente en sus aguas.
Este minúsculo poblado, de 35 km de largo y 10km de ancho, fue en su momento de esplendor el hogar de 1.068 personas que habitaban 400 casas. Contaba también con un santuario, un puesto de salud, una escuela y varios almacenes en los que han funcionado hasta 14 industrias dependientes de la pesca.
Considerado como uno de los mejores puertos naturales de Angola, su ruina empezó a finales de los años 70, cuando la carretera que conectaba la isla a la península desapareció junto a los conductos de agua que la suministraban.
En los años ochenta, y durante algún tiempo, ex-reclusos de la cárcel de San Nicolau (ahora Bentiaba), optaban por quedarse en la isla después de terminadas sus condenas. Sin embargo, cuando los dos depósitos de agua se terminaron fueron obligados a marcharse.
ACTUALIDAD
Actualmente, el poblado fantasma y toda la isla de la Bahía servirían de escenario para una película en la que las arenas del desierto conquistan e invaden todo. Sin embargo, su potencial de pesca y de turismo son muy reales, y se estudian proyectos de desarrollo basados en la sostenibilidad y la protección de los recursos marinos y biológicos. El principal reto es que el agua potable retorne al lugar.
De momento, La Bahía de Los Tigres es un lugar misterioso, más que atractivo para los amantes del turismo de aventura, para quienes buscan un sitio en el que encontrarse y para quienes aman la pesca submarina. Sus costas albergan gran variedad de especies, como el tiburón, el cantarel, las anchoas o las corvinas. Por el aire, pueden avistarse muchas aves que estudiar, y es, también, un lugar propicio para mirar el cielo lleno de estrellas y para observar el poder de la naturaleza.
Para su protección, los Ministerios de Pesca y de Medio Ambiente, junto a la Marina de Guerra de Angola, controlan la actividad de las muchas embarcaciones que surcan las aguas, ahuyentando a los barcos piratas de pesca ilegal.
Mientras el hombre decide el destino de La Bahía de Los Tigres, la naturaleza borra lentamente sus huellas. Es este un lugar con encanto… aunque ya no tenga a nadie para encantar.