04 DE ABRIL DE 2016
La juventud de la paz
El 4 de abril es mucho más que una fecha en el calendario angoleño y en los tiempos que vivimos está muy alejada de una fecha rutinaria. En los símbolos de la patria, el 4 de abril ocupa un lugar de gran importancia, porque fue el día en el que se marcó el fin de una guerra sin cuartel, que desgarró cuerpos y almas, porque decidimos seguir por el camino de la democracia y porque creimos en la soberania del voto popular.
La paz ocupa el primer lugar en la lista de valores de la sociedad. Sin paz, nada tiene sentido, ningún otro valor tiene espacio vital. Hoy los angoleños comprenden que el valor de la paz está en la base de todos los otros y solo con la paz podemos construir una sociedad justa y prospera.
Hoy vamos a una aldea y encontramos escuelas abiertas, centros de salud en funcionamiento y agua potable en los grifos, energía eléctrica, carreteras reparadas y mercados repletos de productos del campo. A pesar de la crisis económica que se vivió en el camino de la reconstrucción nacional.
Cientos de niños, con sus batas blancas, andan por las cales de nuestras ciudades, villas y aldeas. Ninguna crisis hace olvidar que antes del 4 de abril, fuerzas de agresión nacionales y extranjeras destruian escuelas, hospitales, casas comerciales, presas y estaciones de captación y tratado de aguas.
Los campos en los que hoy se cultivan toneladas de alimentos estaban repletos de minas al igual que las carreteras, por las que no se podía transitar. Muchos angoleños tuvieron que abandonar sus casas y sus campos. Las grandes ciudades donde lo llegó la guerra (a pesar de que llegó a casi todas) se transformaron en inmensos campos de refugiados.
Los problemas humanos creados por la guerra son tan profundos y tan graves que incluso hoy subsisten y son origen de crisis. Porque destruir es muy fácil, pero construir es un obra que exige mucho esfuerzo. Para destruir, es necesario un instante, una explosión, un disparo, un espíritu antipatriotico, una saña asesina. Para construir es necesario amor por la pátria, comprensión, fuerza de voluntad, solidaridad, inteligencia e inversión de valores fuera de lo común.
Los angoleños están reconstruyendo un presente de paz y un futuro de fidelidade y prospoeridad. Aún, a día de hoy, intentamos enfrentarnos con inteligencia a la crisis económica nacional e internacional.
Hay un hombre que respresenta los esfuerzos y el corage de miles de angoleños que defendieron la integridad territorial y la soberania nacional: José Eduardo dos Santos. Fue el quien impuso, desde el primer minuto, una solución política, en detrimento de una solución militar, que implicaba la rendición de las fuerzas que decidieron seguir por el caminho de la destrucción del régimen democrático y poner en duda la soberania nacional.
Al imponer el primado del pensamento y la ciencia política sobre la fuerza de las armas, el Presidente angoleño creó condiciones para que la paz tuviese una base sólida: la unidad y la reconciliación nacional. La paz no se lleva bien con el odio y el resentimiento. La fuerza de la razón sempre se impone a la razón de la fuerza. El Jefe de Estado explico a los actores políticos y militares que en democracia el primado es siempre de la política y nunca de las armas.
La paz en Angola es joven, pero la juventud angoleña ya siente sus efectos en el día a día. La enseñanza superior está presente en todas las províncias y en muchos municípios, sobre todo los que más sufren los problemas de la interioridad. Recorriendo Angola, sobre todo utilizando nuestra excelente red de carreteras, compreenderemos lo que se ha hecho realmente para conquistar la paz. Está cambiando todo muy rápido. En la enseñanza, en la salud, en el empleo, en la vivienda. Todos los días nacen nuevas empresas, sobre todo industriales y miles de jóvenes conquistan su primer empleo.
Angola, contra vientos y mares, va a ser una potencia para los angoleños. Si es una potencia económica para nosotros, antes o después conquistará su lugar a nivel internacional. Somos una potencia de paz y podemos dar un gran ejemplo al mundo de unidad y reconciliación.