05 DE MAYO DE 2014
El Presidente angoleño ofrece estatua del Pensador al Papa Francisco
El Jefe de Estado Angoleño, José Eduardo dos Santos, ofreció, al Papa Francisco, una estatua del Pensador, símbolo de la cultura nacional angoleña, y una réplica de Nuestra Señora de la Muxima. A cambio el Papa ofreció un medallón de San Martino.
El acto formal tuvo lugar en la audiencia concedida, por el Sumo Pontífice, al Presidente José Eduardo dos Santos el pasado día 2 de mayo.
El proyecto del Santuario, el mayor centro del continente africano, lleva la firma del arquitecto Júlio Quaresma, nacido en Angola y que aceptó el desafío propuesto en 2008 por el Presidente José Eduardo dos Santos.
Durante la visita de Benedicto XVI a Angola, José Eduardo dos Santos mostró la maqueta al Papa y ofreció la futura catedral a la Santa Sede. Además de la catedral, el proyecto contempla la construcción, en la Villa de Muxima, en la provincia de Bengo (alrededores de Luanda) de una escuela, un puesto de policia, un centro de salud, restaurantes, hoteles, zona comercial, centro comunitario, camping, espacios verdes, infraestruturas e incluso un área agrícola para que los habitantes de la villa la exploten.
La Basílica de Santa Maria la Mayor fue el último punto del programa de la visita oficial del Presidente José Eduardo dos Santos a la Santa Sede. Considerada una de las basílicas patriarcas de Roma, fue construida entre 432 y 440. Es en ella donde se encuentra la tumba del príncipe António Nvunda, el Negrita.
El Presidente de la República se planteó visitar la Basílica de Santa Maria la Mayor, con motivo de la relación con la Historia de Angola. Cuando estuvo en Angola en 1992, el Papa Juan Pablo II confirmó esa relación, que andó envuelta en dudas, pues otros cuatro países reclamaban la naturalidad del embajador Negrita.
El Papa Juan Pablo II fue a Mbanza Congo y allí evocó la “primera evangelización de Angola”, antes de rendir homenaje al “sucesor de D. Juan I, el rey D. Afonso I, Mvemba-Nzinga, que fue en aquella época el mayor misionero de su pueblo”. El entonces jefe de la Iglesia Católica recordó las “relaciones directas que el reino del Congo procuró tener con la Santa Sede, enviando embajadores que fueron acogidos con admiración y cariño” por sus antecesores.