Agostinho Neto, héroe nacional
El 17 de septiembre es una fecha especial para Angola. Ese día, declarado festivo nacional, el país rinde homenaje a la figura de Antonio Agostinho Neto (1922-1979), el primer Presidente de la República y uno de sus héroes nacionales.
Hablar de Agostinho Neto es hacer un emotivo viaje por la historia de la joven democracia de Angola, una nación que alcanzó su independencia en 1975 gracias, en parte, a la figura de este médico y escritor.
La visión estratégica del Dr. António Agostinho Neto está patente en los innumerables discursos que ha legado a los angoleños. Nacido el 17 de septiembre de 1922 en Icolo y Bengo, manifestó una preocupación permanente con el futuro de una nación que, tras lograr la independencia, se preparaba para una batalla aún mayor: la lucha por el desarrollo y el progreso.
Entre sus prioridades, la formación de los ciudadanos destacaba por encima de las demás. Abogó por una educación de la calidad, defendió la prestación de servicios de salud a escala nacional y planteó una política económica basada en la diversificación ya en los años 70. A día de hoy, las políticas públicas de Angola intentan seguir el camino que trazó su primer Presidente, uno de los hombres más queridos por el pueblo.
SU LEGADO
Este año se cumple el 95º aniversario del nacimiento de Agostinho Neto, y como cada 17 de septiembre, en el día del Héroe Nacional, el pueblo le ha rendido homenaje reconociendo sus cualidades como humanista, médico, hombre de letras y, sobre todo, nacionalista convencido y entregado hasta su muerte.
En todas las provincias se han celebrado actos conmemorativos que mantienen vivo un legado imposible de olvidar: un pueblo independiente, libre y soberano.
El Dr. Neto fue contemporáneo de otros libertadores del continente, pero fue más allá de la lucha. Estadista y defensor de un continente africano libre, fue también un reconocido médico y escritor. Entre sus obras, “Quatro Poemas de Agostinho Neto”, “Poemas” o “A Renúncia Impossível”.
Un intelectual prolífico, que demostró que las manifestaciones culturales deben ser ante todo la expresión viva de las aspiraciones de los oprimidos, y un instrumento para denunciar la explotación y construir una nueva vida.
Por eso, descubrir Angola es conocer un pueblo cuyos ciudadanos, independientemente de la provincia en la que habiten, de su raza, tribu o lengua, se sienten esencialmente hombres libres que contribuyen al desarrollo del país.