22 DE SEPTIEMBRE DE 2015
Caza furtiva: Mueren 2.000 animales al año en Angola
Aproximadamente 2.000 animales, de gran y pequeño porte, son abatidos anualmente por cazadores furtivos en todo el territorio nacional, revela un nuevo estudio.
De acuerdo con el documento del Ministerio de Ambiente, presentado en una conferencia internacional sobre caza furtiva que tuvo lugar este mes en Menongue, el mayor reto para las autoridades es la caza furtiva comercial de elefantes, cocodrilos y felinos y la venta ilegal de los productos obtenidos a partir de estos animales.
Este año, se verificó la presencia de cazadores furtivos, provenientes de Namíbia y Zambia, en los parques de Mavinga y de Luengue-Luiana, en la región de Cuando Cubango
“Las autoridades en Angola registraron el tráfico de especies como monos, chimpancés, palomas verdes y papagayos, principalmente provenientes de las provincias de Cabinda, Cuanza Norte y Uíge, y en menor cantidad del sur del país”, explica el documento.
El estudio dice que el tráfico de marfil y de cuerno de rinoceronte ha implicado a ciudadanos de varios estratos de la sociedad, incitados por redes internacionales con sede en Sudáfrica, Namibia y Tanzania. Este tráfico, mueve anualmente más de 600 mil millones de dólares en todo el mundo, siendo China y Europa del Este los mayores mercados negros, donde un kilo de cuerno de rinoceronte cuesta 65 mil dólares – valor superior al de la cocaína o de la heroína.
El documento, detalla que la proliferación de consumidores de las clases media y alta en Asia es el principal motivo de la subido de precios, dando a los productos vendidos un estatus de riqueza, aliado a la convicción de que poseen grandes propiedades medicinales, como la de curar el cáncer.
Tal motivo hace que se eleve el tráfico en Angola y en otros países de la región de la SADC. “El comercio de cuernos de rinoceronte creó nuevas conexiones entre redes conocidas del crimen organizado en Asia, Europa del Este y África, que utilizan armas de elevada potencia y recursos financieros abultados”, destaca.
El informe también explica que los elevados beneficios y el bajo riesgo del tráfico de la vida salvaje pueden crear un sentimiento de impunidad y animar a otras prácticas ilegales y abusivas.
El ministerio de Ambiente, explica que los cazadores furtivos no son, en su mayoría, traficantes. El marfil y los cuernos de rinoceronte que salen de los parques y de las reservas son generalmente vendidos o transferidos a redes criminales. “Son negociantes e intermediarios que transportan el material a través de fronteras y blanquean los ingresos asociados. En muchos aspectos, estas actividades son muy semejantes al tráfico de droga, de productos minerales o de armas”, considera el estudio.
En el marco de este escenario, al que se asiste en varios puntos del país y en los países miembros de la SADC, el Ministerio de Ambiente elaboró un plan de acción nacional para la biodiversidad, un plan nacional sobre el marfil para 2015 y 2016 y una estrategia sobre la caza furtiva, además de pretender asegurar la aplicación de la ley en la SADC y del kit de herramientas para la aplicación de leyes en combate a la caza furtiva y al tráfico de artefactos.