Los Himbas
La globalización a veces nos lleva a pensar que todas las poblaciones se han uniformado, olvidando sus costumbres. Pero lo cierto es que aún existen reductos de personas que viven ajenos a la globalización, y que merece la pena conocer por su excepcional forma de vida. Este es el caso de los Himbas (Ovahimbas, en su lengua), un robusto pueblo de Angola, capaz de habitar una de las zonas más inhóspitas del mundo.
Cuando los primeros misioneros llegaran al Kaokoland, en el siglo XV, intentaron que sus habitantes se adaptasen a la indumentaria europea, porque consideraban vergonzosa su forma de “andar con tan poca ropa”. Pero para los Himba era más importante mantener sus costumbres, y optaron por retirarse a la parte más profunda del desierto de Namibe, donde habitan hasta el día de hoy.
Los Himba son un pueblo robusto y saludable, razón por la cual son los únicos capaces de habitar en una de las zonas más inhóspitas del mundo. Este grupo étnico está constituido por entre 20.000 y 50.000 personas, que habitan la región sur de Angola, entre las provincias de Cunene y Namibe, más concretamente en Curoca, en la frontera con el norte de Namibia.
Los Himba migraron desde Angola a Namibia hace unos 200 años, buscando territorios más fértiles, y tienen una profunda conexión con el pueblo Herero, con quien comparten el idioma. Ambas son tribus semi-nomadas de África, unas de las últimas que quedan.
UN MATRIARCADO
La sociedad Himba es matriarcal y las mujeres son muy valoradas en la tribu. Ellas son las artesanas, las que construyen las casas, las propietarias del ganado y las “dueñas” de los hijos. Y también es la responsable de cargar el agua a la aldea.
A propósito de esta comunidad, y de algunos los pueblos de la región, la mujer Himba nunca se baña, pero hay que tener en cuenta que existen otros métodos de higiene igual de efectivos, concebidos por los pueblos que están acostumbrados a vivir con escasez del agua.
Los Himba entienden que los padres transmiten la propiedad espiritual, y las madres la propiedad de sangre. Es decir, los padres transmiten la cultura y las madres los bienes materiales. De esta forma son constituidos dos clanes dentro de las aldeas: los Eanda (o herederos de la madre) y los Oruzos (los herederos del padre).
LA TRIBU ROJA
Los Himba son mundialmente conocidos como “la tribu de las mujeres de rojo”. El color rojo de su piel se consigue con “otjize”, una pasta obtenida mezclando grasa animal con arcilla roja y ceniza, y que los protege de parásitos, de la sequedad del aire, de los fuertes rayos de sol y, sobretodo, de los insectos.
Para muchas personas el concepto de religión supone venerar a un dios, o a verios; pero las creencias de los Himba son más peculiares: adoran al Dios Mukuru, con el cual se comunican a través del fuego, elemento que sirve también de instrumento para venerar sus ancestros, porque consideran que los espíritus de los muertos permanecen junto a la familia.
Todas las familias tienen sus fuegos ancestrales, y es trabajo de los hombres mantener esa llama sagrada. Cuando muere el jefe de la familia, el fuego de su casa se extingue, y el nuevo jefe tiene la responsabilidad de encender su proprio fuego, que se mantendrá encendido hasta el día de su muerte.
Cabe destacar algo muy importante, sobre todo si se tiene la intención de viajar a Angola para poder conocerlos: son muy simpáticos y hospitalarios, y por eso hay que tener en cuenta que no aceptar algo de lo que te ofrezcan es considerado una enorme falta de respeto.
Compartir mesa con los Himbas es considerado un honor, y el “orehere” (un puré hecho de harina de maíz, agua y leche agria) es su iguaria más preciada.