El Camino-de-Ferro de Benguela (CFB) será la primera compañía de ferrocarriles angoleña que tendrá acceso a la nueva generación de locomotoras GE-C30-ACI, fabricadas en los EE.UU. por General Electric.
El proceso de compra de estas máquinas será uno de los mayores contratos firmados en la industria ferroviaria mundial, dada la cantidad que se va a comprar. Un total de 100 unidades, de golpe, han sido encargadas por Angola para modernizar la flota de locomotoras de las tres compañías ferroviarias nacionales, propiedad del Estado.
El contrato prevé la entrega gradual de las máquinas, que ya ha comenzado. Se han recibido 15 unidades de momento, y más de la mitad del lote (exactamente 8) están listas para arrancar en el Camino-de-Ferro. Con estas nuevas máquinas, se duplicará el número de pasajeros que viajan en esta línea, y se doblará también la cantidad de carga a transportar entre Lobito y Luau.
Para Luanda se reservan dos unidades, y las cinco restantes serán entregadas en Moçâmedes.
La modernización de la flota de locomotoras del país es una iniciativa presidencial, que, a pesar de la crisis financiera, ha persistido en llevar a cabo las acciones necesarias para mejorar el transporte ferroviario en todo el país. De momento, para financiar la compra de las locomotoras, el Gobierno cuenta con el apoyo de una línea de crédito de Canadá.
Desde hace unos años, ya se viene realizando una importante inversión pública en este sector, lo que refleja la importancia estratégica que el tren tiene para el Gobierno de Angola en el Plan Nacional de Desarrollo a medio y largo plazo.
El denominado Corredor Lobito, operado por el Camino-de-Ferro de Benguela, es uno de los tres proyectos de obra pública que más recursos públicos ha absorbido desde que se firmara la paz en Angola, en 2002. Esta línea de comunicación, que fue una de las que más daños sufrió durante la guerra, tiene gran importancia estratégica para el país.
El Corredor Lobito es una plataforma de transporte intermodal, que comienza en Lobito, atraviesa las provincias de Huambo, Bie y Moxico, hasta el municipio de Luau, donde el Camino-de-Ferro de Benguela se une a la red ferroviaria de la República Democrática del Congo.
Además, mediante la conexión a Zambia, para la cual se construyó una extensión desde Moxico, se puede llegar a la ciudad de Beira (en Mozambique) y a Dar es Salaam (en Tanzania, al lado del Océano Índico), lo que confiere al Camino-de-Ferro una dimensión transcontinental. Una línea transfronteriza crucial para el transporte de minerales al país vecino, y para hacer llegar personas, mercancías e incluso energía a puntos del país alejados de las zonas portuarias.
Los vínculos ferroviarios con la República Democrática del Congo y Zambia fueron una iniciativa que partió de Angola, y ahora dependerá también de ambos países que se profundice y mejore.
Desde que el tren del Camnino-de-Ferro volvió a silbar a su salida de la ciudad de Lobito, en la costa atlántica, en dirección al municipio de Luau, en la provincia de Moxico oriental, atravesando Huambo y el Bie, comenzaron a verse signos de cambio en la población que vive a lo largo de su "zona de influencia".
Esta línea ferroviaria permite que las personas puedan viajar de forma segura y barata, además de permitir el transporte de todo tipo de mercancías, incluyendo materiales esenciales para la construcción de infraestructura para el desarrollo de las diferentes ciudades y pueblos atravesados por la CFB. En cada viaje, este tren transporta de media 1.900 pasajeros y 520 toneladas de mercancías.
La compañía tiene su sede en la ciudad de Lobito, donde se ha construido una moderna estación, totalmente equipada y con la infraestructura necesaria para facilitar el tráfico de personas y mercancías de una forma ágil.
La Estación de Lobito es una obra impresionante, llamada "la sala de estar de Angola" por estar pensada para dar la máxima comodidad a los pasajeros y proporcionar servicios de alta calidad. A esta estación, se suman otras 37, desde Huambo hasta el final de la línea.
Entre las estaciones más relevantes, la de Catumbela y la de Negrao conectan de forma muy significativa el Planalto medio y la ciudad de Benguela. Desde Negrao a Caimbambo, pasando por el área de Guviriri, donde se ha instalado la unidad responsable de medir el agua del río Cubal para evitar que vuelvan a producirse inundaciones como las que causaron enormes pérdidas en humanos, de cultivos y ganado en 2015.
El tren también se utilizará para repoblar con ganado todo el Planalto de Camabatela, donde llegarán más de 10.000 cabezas a lo largo de los próximos meses, que servirán para dar respuesta a las necesidades de carne de la región.
Aún quedan muchas cosas por concluir a lo lardo de los 1.267 kilómetros que tiene el Corredor de Lobito, desde algunos tramos de vía, hasta el sistema integrado de comunicaciones, mando y control de las circulaciones. Pero las obras irán avanzando poco a poco, y a su vez se reforzará la seguridad de la línea.
Con el tren en marcha, decenas de campesinos han visto llegar una oportunidad de vender sus productos. A lo largo de la línea ferroviaria, en Caimbambo, Cubal, Ganda, Tchinjenje, Ukuma, Longonjo, Caála y otros municipios, la llegada del tren funciona también como un fuerte incentivo para la producción rural, debido a su accesibilidad.
Hoy en día, muchas personas venden maíz, habas, patatas dulces, verduras y otros productos en los mercados de Benguela, Lobito y otros centros urbanos en todo el país, gracias al tren. El desarrollo económico y social de los diferentes pueblos ubicados en el itinerario de la CFB, en las provincias de Benguela, Huambo, Bie y Moxico, viaja el tren.
Además de productos agrícolas, en los trenes angoleños circulan bebidas, especialmente cerveza, harina de maíz, sal, pescado seco, gas butano, combustible (gasolina y diesel), diversos materiales de construcción, vehículos, chatarra, cemento, equipos agrícolas, piezas textiles, piedra caliza, muebles, colchones, equipos de telecomunicaciones, etc.
La importancia del tren para estas zonas no se limita sólo a su capacidad para transportar mercancías, con iniciativas como la construcción de un Centro de Formación de técnicos para la CFB, en Huambo, también se ofrecen nuevas oportunidades laborales a la población. El impacto del tren en las zonas rurales es absolutamente excepcional.
En 2012, se registró un tránsito cercano a las 24.000 personas que viajaron en el Camino-de-Ferro de Lobito a Huambo. En 2015, esta cifra aumentó un 50%, con 35.860 pasajeros anuales haciendo esa ruta.
En 2016, entre enero y septiembre, el Camino-de-Ferro de Benguela transportó a 288.500 pasajeros y 20.657 toneladas de mercancía. Un espectacular aumento que refleja los avances que ha hecho Angola con su tren.
Entre 2005 y 2015, el programa de rehabilitación del Corredor de Lobito representó una inversión de 1.700 millones de euros, de un total de 3.000 millones destinados a la reparación de la red ferroviaria.
Estas cifras incluyen otras infraestructuras, rehabilitadas o construidas desde cero, a lo largo de la ruta del Camino-de-Ferro de Benguela, entre las que incluyen carreteras, aeropuertos, puertos, escuelas y centros de salud.
La rehabilitación y modernización de CFB incluyen la instalación de redes de fibra óptica y equipos de señalización y seguridad en toda la longitud de las líneas, la construcción de puentes, alcantarillas, pasos a nivel y zanjas de drenaje, así como modernas estaciones, lo que explica las sumas astronómicas que se están invierno en modernizar la red ferroviaria angoleña.
El Camino-de-Ferro de Benguela comenzó a construirse en 1899, con el propósito facilitar el acceso al interior del país, así como transportar recursos minerales extraídos de la República Democrática del Congo.
La conexión con Luau se materializó en 1929. Desde el principio, la línea resultó exitosa, demostrando ser muy rentable, ya que constituía la ruta más corta para el transporte de la riqueza mineral desde el Congo Sur a Europa.
En 1931, el puerto de Lobito recibió por tren su primera carga de cobre, procedente de Katanga. Pero la guerra que siguió a la Independencia, paralizó las obras de ejecución de la CFB, y gran parte de su infraestructura fue finalmente destruida o dañada.
En 1987, se acordó un plan de reconstrucción entre las autoridades de Angola y la República Democrática del Congo, que al final no se llevó a cabo debido a un repunte del conflicto bélico. Cuando las hostilidades comenzaron a remitir, en 1991, Angola solicitó un crédito al Banco Mundial con el fin de reanudar el tráfico ferroviario y restablecer la conexión con el puerto de Lobito.
Durante un breve periodo de paz, el ferrocarril transportó materiales en pequeñas cantidades, y fue capaz de volver al trabajo, aunque sólo para cubrir distancias medias. Fue con la llegada de 8 locomotoras de General Electric modelo U20C, otras dos del modelo Paxman 8RPHXL, seis Cummins NT855L4 con dos motores acoplados, y otras más modestas que sumaron un total de 22 máquinas diesel y 19 de menor potencia, cuando el sector ferroviario empezó a resurgir.
En 1995, Angola contaba con 53 locomotoras (de las cuales 24 habían sido compradas de segunda mano en Sudáfrica), cuatro vagones restaurante, otros cuatro vagones-cama y 1.761 para el transporte de personas y mercancías.
En 2005, se reanudan las conversaciones entre los gobiernos de Angola y Zambia para reanudar el funcionamiento de sus conexiones. El Fondo Africano para el Desarrollo (FAD) financia parte de estos trabajos, y vuelve a conectar a ambos países vecinos.
En 2009, se completó la retirada de artefactos explosivos a lo largo de esta línea, un esfuerzo conjunto de las Fuerzas Armadas de Angola, el Instituto Nacional de Desminado, la Oficina de Reconstrucción Nacional y la policía fronteriza. Desde entonces, el Camino-de-Ferro de Benguela puede seguir su curso.